En el marco del Día Internacional del Derecho a la Verdad, la Cámara de Diputados llevó a cabo el conversatorio “El Derecho a la Verdad”, una iniciativa organizada por la Secretaría General a través del Espacio Cultural San Lázaro, que reunió voces del ámbito jurídico y artístico para reflexionar sobre las violaciones a los derechos humanos y la importancia de la memoria colectiva.
Durante la apertura, Elías Robles Andrade, director del Espacio Cultural, recordó que esta conmemoración fue proclamada en 2010 por la ONU, como una respuesta a los crímenes cometidos en dictaduras, especialmente tras el golpe de Estado en Argentina de 1976. “No hablamos solo de historia, hablamos de justicia, de heridas abiertas y de la necesidad de saber para sanar”, afirmó.
Por su parte, Iván García Gárate, primer visitador de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, explicó que el derecho a la verdad nació en contextos de represión en América Latina, como una herramienta para que las víctimas accedan a información sobre violaciones graves de derechos humanos. Este derecho, dijo, está ligado al acceso a la justicia, la protección judicial y a la libertad de expresión.
García Gárate también señaló que aunque existen mecanismos legales como el amparo, los litigios o las comisiones de la verdad, pocas han logrado resultados sólidos en la región, y es un pendiente en la consolidación democrática.
Desde una mirada artística, el grafitero y artista visual Noel Rodríguez —cuyo trabajo se exhibe en la muestra “Gráffika Urbana”— destacó cómo el arte puede convertirse en una forma directa de denuncia social y herramienta para visibilizar verdades silenciadas. Recordó que en México, movimientos como el estudiantil del 68 utilizaron la gráfica como crónica visual de la represión.
“Mi obra busca representar esas verdades que nos duelen, pero que deben contarse. La gráfica urbana es una forma de resistir y de sembrar memoria”, explicó Rodríguez, quien utiliza técnicas de grabado para plasmar escenas de la realidad social en gran formato.
El conversatorio dejó claro que el derecho a la verdad no solo es legal, también es cultural y emocional. Es un llamado a no olvidar, a exigir justicia y a contar las historias que alguna vez se intentaron borrar.
Porque recordar es también una forma de resistir, y la verdad, cuando se defiende colectivamente, puede sanar a un país entero.
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