La ONU está próxima a votar un tratado contra el cibercrimen que ha generado preocupación en Estados Unidos. Este acuerdo permitiría a los países solicitar datos sobre “crímenes graves” en otras naciones, lo que ha despertado temores de que Rusia y China puedan aprovechar el tratado para justificar la vigilancia de opositores políticos bajo el pretexto de combatir el cibercrimen.
El dilema para Washington es si firmar el tratado y mantenerse como un actor influyente en futuros acuerdos cibernéticos o abstenerse y perder poder de negociación en este creciente campo de la seguridad internacional. La decisión podría tener implicaciones significativas tanto para la ciberseguridad global como para los derechos de privacidad y libertad en la red.