Por: Andrés Soto
Petróleos Mexicanos (PEMEX), la empresa más emblemática del sector energético en México, continúa enfrentando grandes desafíos al cierre de 2024, con perspectivas inciertas para 2025. Con una deuda histórica de 1.91 billones de pesos (equivalente al 5.6% del PIB nacional), la compañía no solo lidera la lista de las petroleras más endeudadas del mundo, sino que también registra una caída sostenida en su producción y enfrenta cuestionamientos sobre su gestión y viabilidad.
Cifras alarmantes
En el tercer trimestre de 2024, PEMEX reportó pérdidas por 430.1 mil millones de pesos, la mayor en más de una década, superada únicamente en 2020 durante el periodo más crítico de la pandemia. La extracción de crudo promedio entre enero y septiembre de 2024 cayó a 1.512 millones de barriles diarios, su nivel más bajo en 13 años. Además, la producción de gas natural registró un descenso del 8.3% respecto al año anterior, reflejando un continuo deterioro operativo.
Por otro lado, el patrimonio neto de PEMEX, que alcanzó un déficit de 1.74 billones de pesos, evidencia los años de pérdidas recurrentes y la presión de una deuda que en 2024 aumentó en 120 mil millones de pesos respecto a 2023. La empresa se enfrenta al desafío de amortizar el 18.8% de su deuda en el próximo año, lo que equivale a 358.7 mil millones de pesos, en un entorno financiero complicado.
Malos manejos y dependencia gubernamental
Uno de los principales problemas de PEMEX ha sido su fuerte dependencia de recursos públicos. Entre 2019 y 2024, la empresa recibió 1.38 billones de pesos en apoyos gubernamentales, incluyendo aportaciones patrimoniales y estímulos fiscales. Sin embargo, estas inyecciones de capital no han resuelto los problemas estructurales de la empresa.
La política de reducir la tasa del Derecho por la Utilidad Compartida (DUC) del 65% en 2019 al 30% en 2024 fue presentada como un alivio fiscal. A pesar de ello, PEMEX sigue dependiendo de subsidios y condonaciones fiscales, que en 2024 ascendieron a 79.2 mil millones de pesos. Esto plantea serias dudas sobre la capacidad de la empresa para sostenerse sin el apoyo del gobierno.
Impacto en la producción nacional
La situación de PEMEX también afecta a la producción nacional de hidrocarburos. Mientras la empresa sigue siendo un jugador dominante, su disminución en la producción de petróleo crudo y gas natural ha tenido un impacto significativo en los niveles generales del país. Aunque se ha logrado un aumento en la elaboración de petrolíferos como gasolinas (13.6%) y diésel (35.1%), esta mejora operativa no compensa la caída en la extracción de hidrocarburos ni resuelve los problemas de fondo.
El plan de PEMEX para 2025: ¿una solución o más parches?
PEMEX ha expresado su intención de mejorar su calificación crediticia y reducir su deuda en 2025 mediante una estrategia basada en mayores inversiones y optimización operativa. La compañía planea utilizar nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia en la refinación y aumentar su capacidad de producción de petrolíferos. Además, busca consolidar alianzas con empresas privadas y aumentar la atracción de inversiones extranjeras.
Sin embargo, analistas señalan que el camino para alcanzar estas metas será arduo. Las agencias calificadoras como Moody’s y Fitch mantienen perspectivas negativas para la empresa, destacando su limitada capacidad de generar efectivo y los riesgos asociados con su alto endeudamiento. Por ejemplo, entre octubre de 2024 y septiembre de 2025, PEMEX deberá desembolsar 18.6 mil millones de dólares en vencimientos, lo que representa un enorme desafío para una empresa que ya enfrenta dificultades para cubrir sus obligaciones actuales.
Conclusión: ¿Hacia dónde se dirige PEMEX?
Con un cierre de 2024 marcado por pérdidas históricas, una deuda abrumadora y una capacidad operativa en declive, PEMEX encara 2025 con la urgencia de implementar cambios estructurales profundos. Mientras los apoyos gubernamentales y la reducción de cargas fiscales han permitido su supervivencia, estos no han sido suficientes para garantizar su sostenibilidad a largo plazo.
Para revertir la narrativa de crisis, PEMEX deberá abordar sus problemas financieros y operativos de manera integral. Esto incluye una mayor transparencia en su gestión, un uso eficiente de los recursos, y una apuesta seria por energías limpias y tecnología de punta. Solo así podrá dejar de ser la petrolera más endeudada del mundo y convertirse en un motor de desarrollo para México en el siglo XXI.