El gobierno de Canadá ha anunciado recientemente la imposición de aranceles del 100% sobre los vehículos importados desde China. Esta medida, que marca un endurecimiento significativo en las relaciones comerciales entre ambos países, se enmarca en una serie de tensiones económicas y políticas que han escalado en los últimos años.
La decisión de Canadá de imponer estos aranceles tiene varias implicaciones. En primer lugar, afectará considerablemente a los fabricantes de automóviles chinos que exportan vehículos al mercado canadiense. Con un arancel tan elevado, es probable que los precios de estos vehículos se disparen, reduciendo su competitividad frente a los automóviles de otros países o fabricados localmente.
Por otro lado, la medida también podría tener consecuencias para los consumidores canadienses, quienes podrían enfrentar un aumento en los precios de los vehículos, especialmente en los segmentos donde los automóviles chinos han ganado popularidad debido a sus precios más bajos.