Los inversionistas buscan entender la aparente indiferencia del presidente Donald Trump ante las recientes caídas en los mercados financieros. Sus declaraciones sugieren una posible respuesta sencilla: su enfoque en los aranceles ha sido su principal prioridad en este segundo mandato.
“Los mercados subirán y bajarán, pero ¿saben qué? Tenemos que reconstruir nuestro país”, afirmó el martes, reforzando un discurso centrado en el comercio que ha intensificado incluso cuando la presión en los mercados se ha agudizado.
Las repercusiones económicas de su estrategia son evidentes: los mercados están en territorio de corrección, la guerra comercial se extiende en múltiples frentes, Wall Street teme una posible estanflación, y Trump enfrenta constantes cuestionamientos sobre el impacto de sus medidas en la economía.
A pesar de algunos cambios tácticos, como su efímera propuesta de un arancel del 50% sobre el acero y aluminio canadiense que duró menos de ocho horas, Trump ha mantenido firme su visión de generar ingresos significativos a largo plazo a través de aranceles y reformular el sistema comercial de EE.UU.
Trump reafirmó esta postura durante su participación en la reunión trimestral de la Business Roundtable en Washington, donde se dirigió a un grupo de CEO’s en medio de la incertidumbre provocada por sus nuevas medidas comerciales. Su insistencia en los aranceles ha tomado por sorpresa a los mercados, que esperaban un giro más moderado una vez asumido el cargo, tal como ocurrió en su primer mandato.
Sin embargo, en esta segunda administración, Trump ha priorizado su agenda arancelaria a pesar de la volatilidad en los mercados. En poco más de 50 días en el poder, ha implementado aranceles de gran impacto, superando en alcance a las medidas de su primer mandato.
Entre sus acciones más agresivas se incluyen nuevos aranceles del 20% sobre productos chinos, que se suman a las tarifas previas, elevando los derechos de importación sobre China a un total aproximado del 30%.
Con los inversionistas aún tratando de medir su tolerancia al impacto económico de estas políticas, Trump parece decidido a transformar el comercio estadounidense a cualquier costo, desafiando las expectativas de Wall Street y reafirmando su identidad como el “hombre de los aranceles”.
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