En 2017, Christina e Ian Lacey decidieron arriesgarse: dejaron sus carreras estables para convertir su pasatiempo en un pequeño negocio.
El riesgo y el trabajo arduo dieron frutos. Esta pareja de Denver fundó Retuned Jewelry desde su casa y logró ventas impresionantes: un promedio de 360,000 dólares anuales, la mayoría provenientes de su participación en festivales de música y arte.
Christina, exasistente dental, e Ian, exprofesional de tecnología de la información, crean a mano aretes, collares y pulseras utilizando cuerdas de guitarra y bajo donadas.
“Hemos trabajado 24/7 en esto”, contó Christina a CNN. “Este es nuestro bebé. Hemos superado el agotamiento solo para mantenerlo vivo.”
Sin embargo, todo ese esfuerzo podría venirse abajo debido a los nuevos aranceles del 145% que el presidente Donald Trump impuso a las importaciones chinas, que en 2024 representaron cerca de 440 mil millones de dólares en bienes hacia Estados Unidos.
Según John Arensmeyer, fundador y director ejecutivo de Small Business Majority —un grupo que representa a 85,000 pequeñas empresas—, las operaciones más pequeñas como Retuned Jewelry son las más vulnerables.
Arensmeyer explicó que estos negocios tendrán que subir precios, despedir personal, frenar su crecimiento o incluso cerrar, simplemente para compensar los crecientes costos de importaciones que no pueden reemplazar localmente.
“Las pequeñas empresas tienen márgenes de ganancia más reducidos y menos poder de negociación con sus proveedores”, explicó a CNN.
Aunque los Lacey dependen de cuerdas recicladas —que de otro modo terminarían en vertederos—, el resto de los materiales que necesitan (cuentas, cadenas, broches y ganchos) provienen de China. Ian comentó que ya intentaron encontrar proveedores en EE. UU., pero esos insumos simplemente no se fabrican localmente.
“Lo hemos buscado”, afirmó. “Aquí no existe ninguna fábrica que produzca lo que necesitamos.”
Ante los nuevos aranceles, los Lacey ya han tenido que aumentar los precios de sus productos.
Un golpe directo al flujo de caja
Arensmeyer advirtió que las pequeñas empresas no suelen tener reservas suficientes para afrontar incrementos inesperados de precios, por lo que consideró que los aranceles representan una crisis real, en la que los emprendedores “no tienen mucho margen de maniobra”.
El caso de The Mitchell Group, una empresa familiar de textiles en Niles, Illinois, lo confirma.
“Nuestro modelo de negocio hace que los aranceles representen una carga seria para nuestro flujo de efectivo”, indicó Ann Brunett, directora de operaciones de la compañía.
Explicó que suelen mantener inventarios en almacén, por lo que pagan un 45% de arancel —más los derechos de importación— por productos que pueden permanecer en stock hasta que sus distribuidores los necesiten.
“Eso inmoviliza nuestro dinero”, añadió Brunett.
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